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Gabo Ferro Todo lo sólido se desvanece en el aire

Texto de portada del CD "Todo lo sólido se desvanece en el aire"

[A mediados del siglo XIX Marx y Engels advierten los efectos demoledores que las leyes del mercado moderno y la producción capitalista ejercen sobre la cultura, asemejándolos a un fluido que intoxica todo lo que alguna vez resultó firme. Esto sólido tiene espacio y tiempo, tiene historia. Lo líquido es inestable, no se compromete al espacio ni al tiempo.
Para hacer música en algún momento se necesitó al músico, a la mejor melodía que pudiera crearse y a la mejor letra que pudiera escribirse. Hoy, en general, estos elementos ya no son indispensables para que se conforme un repertorio ni se haga un disco.
¿Qué nos hizo perder de vista que - si bien las acompañan más o menos sinceramente dependiendo de cada caso - la imaginería, las agencias, los medios masivos de difusión y comunicación, los productores full time, los diseños gráficos, los sponsors y las compañías discográficas hacen los discos pero no las canciones?¿Por qué algunos músicos se representan en imágenes antes de imaginarse su mejor canción?¿Qué nos lleva a pensar en fotografías o en dibujos como una cuestión obligatoria para un disco?
Se ha establecido un patrón de producción que apunta a instalar por un determinado período de tiempo un solo arte, una sola imagen plástica, una sola música, en definitiva, una sola canción que, lejos de resultar democratizante, resulta anuladora de identidades.
Que no se confunda lo fundamental con lo accesorio. Un disco son canciones; un disco es música. Lo demás es agua que se evapora en el aire.]

Alvy Singer "La Elegancia"

Jano Seitún transitó una carrera musical endulzada con tantas variedades como exquisiteces. Ejecutando contrabajo, violonchelo y bajo, integró diferentes grupos y orquestas, entre los que se destacan La Orquesta Académica del Teatro Colón, La Orquesta de Salón de Pablo Dacal, el grupo de ska-jamaiquino Satélite Kingston, La Ludwig Van de Pablo Grinjot y distintas orquestas de tango.
El proyecto solista de Singer (iniciado en 2005 con Volumen Uno) no deja de lado toda la maestría cosechada durante estos años.
Así, La elegancia es una producción que principalmente reposa sobre el pop- rock y el jazz orquestal, en el que aflora la impronta dixeland, swing y hot jazz; al tiempo que prospera el despliegue de adhesivas melodías pop. Por otro lado, en el tema Te dije, se agrega la música centroamericana.
Para incidir sobre estos ritmos, Singer formó una big band. En esta placa participan: Nacho Rivas, Franco Sardella y Carla Vianello en batería; Federico Llach y Lucía Martínez en contrabajo; Mariano Gianni en piano; María Compte en guitarra eléctrica; Gisela Orlandini en trompeta; Juan Zambo Kiss y Lucía Calmet en clarinete; Santiago Castellani y Sebastián Romero en tuba y trombón; Vanesa Zdanienia en saxo alto; Tomás Balicora en saxo soprano; Maia Perduca en flauta traversa; y Guadalupe Recalde en coros. La banda se presenta muy sólida en las interpretaciones, y exhibe brillantes individualidades, como la de Mariano Gianni. Indudablemente, la elección de los instrumentos dibuja sobre el álbum un contorno musical de embellecedores caracteres.
Esta segunda producción ofrece la matriz sonora de su anterior disco, ya que conservó a gran parte de los músicos, utilizó el mismo estudio de grabación (Estudios El Uno), la mezcla y postproducción continuó confiándosele a Juan Stewart, la producción artística nuevamente estuvo a cargo de Alvy Singer, quien además se metió otra vez en el traje de multiinstrumentista; y se ocupó de la composición y los arreglos del disco y de interpretar voz, guitarra, violonchelo, mandolina, banjo y percusión.
Si bien, en La elegancia, la lírica medular es la relación amorosa, este tópico está abordado desde un enfoque novedoso, absurdo, humorístico y hasta dramatizado, como en El ruido (Que yo te quiero lo sabés, pero me quiero más a mí) o en No me traiciones (No me traiciones por lo menos por hoy. No te vayas con él, si yo nunca me voy con ningún Rafael).
Por otro lado, los versos desmenuzan una mirada cotidiana preservada por la musicalidad de la rima, como en Insectos (Mis cortinas, mejores amigas; mis persianas, mejores guantes; mi pijama, mejor abrigo; mi almohada, mejor amante). Por último, en Tema de Ine, Alvy Singer avanza sobre un concepto poético que recuerda a Leo Masliah, protagonizando una de las canciones más inspiradas del disco junto a El barco (tema en el que participa Pablo Dacal en voz).
Indudablemente, en este álbum, (que cierra con una versión de Dejé a una mujer esperando, de Leonard Cohen) la perfidia amorosa es una de las aguas más incursionadas por Singer. Traición y abandono, quedan abreviados en el diseño artístico realizado por Daniela Podlubne, en el que incluso logra capturar el perfil irónico que se desprende de cada historia. A estos relatos, Singer, en la función de arreglador y compositor, le ensambla finamente una música festiva y bailable.
La grandeza de Singer vive en la capacidad para barajar instrumentos tan diversos entre sí, mediante una perfección que estimula a cada nota a introducirse bajo una luminosidad sutil pero impredecible. Aquí logra, a partir de una insistencia en el concepto del disco, sintetizar y ofrendar un punto justo para cada pieza utilizando una insaciable expansión de lucidez.

Matías Rodríguez


Sitio recomendable